Pax Christi.
Me alegré mucho con tu e-mail. Como ya te conté una vez, tuve en la calle Naunyn una experiencia muy especial. Sencillamente: se me hizo patente, como ser humano y como compañero de Jesús, que es posible construir una comunidad de vida en el sentido del evangelio vivo. Limitarse a predicar su buena noticia no basta. Al principio fue para mí una gran sorpresa poder conocer una comunidad jesuita de ese estilo. Es decir, no sólo una comunidad que vive en un barrio determinado ( y me acuerdo de que sobre „La puerta del infierno“), sino además una comunidad de vida que funciona bien y está abierta a todo tipo de personas. La experiencia me ha causado una honda impresión. Al principio pensaba: esto va a resultar demasiado artificial, o un poco excesivamente apretado, o algo parecido. Compartir la habitación con otros, comer juntos lo que haya, confiarse entre gentes que se han conocido en la comunidad.
Viví en la calle Naunyn del 29.09 al 14.10.2001 y aprendí mucho de Michael, Faruck, el H. Franz y otros muchos. Observé que cada cual llegaba a la calle Naunyn con su problema. El mío era hacer los Ejercicios anuales, después de haber tenido un stress tan terrible a causa del fracaso de mi examen de alemán y del consiguiente peligro que me amenazaba respecto a mis estudios de teología. ¿Qué es lo que yo ansiaba? Volver a hallar tranquilidad interna, buscar y encontrar a Dios con el que vinculo la palabra „atención, reverencia“. Atención a que está ahí, en mí, en mi mala experiencia con el examen de lengua, en esa comunidad, en mi entorno, en la calle –en medio de los drogadictos, los alcohólicos, los sin techo- en la cocina, en el lavadero, entre los pobres con quienes de vez en cuando pude compartir la sopa de las Hermanas de M.Teresa. En la calle Naunyn pude dar por primera vez un paso bajo el lema „pasar con Jesús las fronteras“. El lugar de encuentro más allá de mis fronteras católicas era la mezquita. Por vez primera hice meditación en una mezquita, seguro de encontrar a Dios entre los musulmanes. Tampoco sabía que un no-musulmán podía penetrar en una mezquita y orar.
Una historia que me mantiene aún vinculado a la calle Naunyn es mi encuento con Lean, un africano de Camerún. Cuando le conté que clase de casa es y cómo se puede encontrar en ella una comunidad de amor y una vida muy sencilla, fue también a la comunidad con sus problemas Juntos rezamos y enseguida conoció al resto de los habitantes y así empezó para él. Tuve una buena sorpresa al saber que Jean se cambió luego a esa vivienda y comenzó desde allí una nueva vida. Oí que incluso encontró una compañera en el piso 2º.
¡Te deseo a ti y a toda la comunidad de vida felices navidades y un año nuevo lleno de bendiciones.
Joyeux Noël et bonne année 2003.
Modeste Modekamba desde el Congo
P.D.: ¿Cómo me enteré de la calle Naunyn? Cuando buscaba un sitio donde hacer Ejercicios, un joven jesuita de Vietnam, Hieu, me contó lo hermosa que había sido su experiencia en Kreuzberg. No vacilén en viajar ellí. En mi vida como jesuita he vivido esa época como textimonio explícito del seguimiento de Cristo. Pienso que así andaban los primeros compañeros de Jesús en torno a Ignacio, con los Ejercicios como instrumento.